Abusar de la manicura nos puede llevar a pasar por una época en la que nuestras uñas puedan ser frágiles y quebradizas. A priori podríamos echar la culpa a los esmaltes o lacas de uñas, o incluso a nuestra alimentación o genética. Es probable que la culpa de la gran mayoría de los males de nuestra uñas resida en un gesto tan sencillo como la forma de desmaquillarlas.
Al igual que miramos la calidad de los productos que usamos para desmaquillar nuestra cara, es importante que hagamos lo mismo con nuestro quitaesmaltes y elijamos siempre uno libre de acetona. ¿Por qué? A continuación te indicamos cinco motivos para hacerlo:
- La primera y más importante es porque no reseca ni las uñas, ni las cutículas, ni la piel que las rodea.
- Usando un quitaesmalte sin acetona evitas también que tus uñas se reblandezcan demasiado y queden frágiles y fáciles de romper.
- La acetona es la responsable de que tus uñas se descamen o laminen por los bordes.
- Los quitaesmaltes sin acetona son más suaves y sirven también para las uñas de gel y las de porcelana.
- Tienen un olor menos intenso y más agradable que los quitaesmaltes convencionales.
Al tratarse de un producto menos agresivo es posible que necesites más de cantidad para desmaquillar tus uñas, aunque hay un pequeño truco que te facilitará la tarea: empapar un algodón de quitaesmalte y presionar con él la uña durante diez segundos antes de comenzar a arrastrar el color.